sábado, 24 de noviembre de 2012

STEFANIA MOSCA A DOS AÑOS DE SU MUERTE


STEFANIA MOSCA A DOS AÑOS DE SU MUERTE


Stefania Mosca
El dilema de las palabras




LEER ES RESUCITAR IDEAS SEPULTADAS EN EL PAPEL: CADA PALABRA ES UN EPITAFIO: LLAMARLAS A LA VIDA ES UNA ESPECIE DE MILAGRO, Y PARA HACERLO ES MENESTER CONOCER LOS ESPÍRITUS EQUIVALENTES QUE SUBROGARLES; UN CUERPO CON EL ALMA DEL OTRO, SERIA UN DISFRAZ DE CARNAVAL; Y CUERPO SIN ALMA SERIA UN CADÁVER

Simón Rodríguez. Educación Republicana

FUENTE: http://www.laotrarevista.com/2011/03/stefania-mosca-dos-anos-de-su-muerte/

TRES DE SUS SEIS DILEMAS DE LAS PALABRAS:

UNO


Si volvemos a decir amor, entre tanta basura de amor, entre tanto fetichismo barato, entre tanta mentira, entre tanto placer y celuloide.  Si digo amor porque descubro de donde proviene la luz, si digo cualquier cosa que sea verdad, las palabras se resisten.  Amor es visa, es pepsi, es garden suites.  Cualquier cosa, menos tú.  Si digo amor se desata la historia de la mercancía como un carrusel  donde desfilan los sueños reales en las vidrieras. Me siento enferma, no solo por lo cursi, sino porque allí reside mi cautiverio.

Esa falsa contorsión de las palabras va más allá del inevitable y absurdo espacio o distancia entre las palabras y las cosas, entre significantes y significados. Los sentidos están tan supuestos, tan sobreentendidos, tan referidos a la imagen, que han dejado de ser materia de elaboración y basta con el signo, con la forma,  basta con el efecto, para hacer sentido. La experiencia, el perfume, es el patio de jazmines donde a veces recuerdo y otras veces olvido.

La globalización y la retórica de la mentira son los factores que posibilitan este enrarecimiento de la lengua. La usurpación de una forma por el contenido opuesto o antagónico. No podemos desear en paz, pues nuestros deseos son la materia misma, hacia nuestras pulsiones van dirigidos los mensajes.

No solo el amor, sino peor: la ternura.  El parentesco,  inspiraciones del cuerpo, como el sabor o el orgasmo, han sido pervertidas por palabras que construyen un argumento único e irrebatible que permite vender una clase de alimento sobre el resto.

Hay mucho que no logro procesar exactamente. No sólo el vacío, no solo la contradicción o el absurdo que son, aunque me digan lo contrario, normales,  sino lo indefinido, el punto de fuga que visualizamos cuando decodificamos las claves de la imagen, del espacio o de la memoria.

De la imagen reelaborada, de su masticación, de su rutinización, nace, fulgurante, íntima y leve, la imagen trivial. Lo banal como trágico altar y bufo sacrificio que no satisface y generaliza la industria de una pulsión tan peligrosa y sobrestimulada en la actualidad como la violencia.

Los adolescentes deben conciliar la asepsia de las relaciones escolares, con el desparrame erótico de las fiestas estudiantiles.  Los mensajes casi porno de los video clip que sobreexcitan las recién despertadas hormonas. Y los sangrientos comics japoneses que ya ni los entretienen ni les provocan risa.

La imposición de los contenidos no quiere detenerse en amagos como educación, cultura. Esos ropajes le hacen peso. Debeser rápida, casi inmediata la respuesta.  La velocidad es poder. Y lo que provoca respuestas inmediatas, aún en una sociedad como la nuestra, insigne consumidora de antidepresivos, es el sexo y el miedo.

He allí la verdad, la raíz. Y no son sueños, es la forma de la mediación que nos rodea e impregna la ciudad y provoca, a su antojo, lo real.. ¿Y la humanidad? ¿cuál es el sentido de la humanidad fragmentada legalmente en el individualismo, sometida al miedo, a la soledad; compensada con sus armarios y su pantalla plana, para verte mejor…

Lo mejor es volver a escrutar sombras, a ver si allí hay restos todavía de los cuerpos, de la humanidad.


DOS

Hacer sentido parecería la expresión, el uso más personal posible del lenguaje, pues esa elaboración lleva el sello de la unidad espacio-tiempo, de mi comprensión. Las  palabras, el sentido que tejen unas en otras es uno, y probablemente único, para cada persona, si lo abordamos en sus matices. Y es uno de un todo en el que convenimos universalmente.

El árbol que aparece cuando pienso en Dulce y sus ojos verdes amanzanados.  Sus ojos de gata y esa tentadora inocencia.  El árbol puede ser verde, pero para ti es otro, uno que yo no recuerdo.

Esta ilusoria singularidad del registro no es un descubrimiento pero, está claro, tampoco es un absoluto.  Ningún ser humano es autosuficiente. Es un juego de identidades, yo y los otros muchos humanos que habitan el planeta.

La sociedad está hecha de individuos porque estos logran, saben, cómo relacionarse entre sí. Compartir territorialidad, pertenencia, es un efecto de la sociedad, es un producto de la acción social. Si no hubiese humanidad, no hubiésemos sobrevivido.   Pertenecemos a un entorno, a otros seres humanos de los que depende la satisfacción de mis necesidades y deseos.

¿Cómo se puede vivir en un  edificio de apartamentos sin fragmentarnos en esquirlas inquietas?.

Tocan el timbre en el piso once. Apartamento 115 C. Nos separa un frágil espesor que llamamos muro, como quien habla del borde de la nada, y sucede que en ese edificio viven más de doscientas  familias. Son 4 apartamentos por piso. Y son 18 pisos en dos torres.

Aún así, por el tratamiento antirruido de los suelos y paredes, no hay nadie en este mundo donde estoy yo y mi I pood, aullándole a la luna,  a través del vidrio de mi ventanal panorámico.

¿Cómo pensar siquiera por un segundo que somos únicos o que podemos ser sin nadie?

Eso es parte del sueño que se vende en los medios. Autoayuda, autoestima, etc.… por no hablar del abominable y tan publicitado amor a sí mismo.


TRES

Para la sociedad del espectáculo, el problema no es el estilo, que sería lo de menos, sino la combinación  de la estrategia del asombro,  su preeminencia en el centro de la  arena, perpetuada en cada evento de la relación social. Alucinados, entre una y otra intensidad, entre una y otra estridencia, somos los protagonistas ausentes de los objetos que pueblan la ciudad y sustituyen, cotidiana e inevitablemente a la naturaleza.

Esto con la ilusoria realización personal a través del dinero, de la prosperidad y la emulación de romances imposibles. Poblamos de una extrañificada realidad nuestra vida cotidiana.

Sonreímos y estamos bien, cada vez que nos saludan en la calle.  Hablas por hablar. La retórica de la mentira,  la herramienta del lenguaje no para comunicar sino para elaborar el argumento que justifique mi sedentarismo, la mismidad de mis actos, cuando, según Bruce Chadwin, somos naturalmente nómadas, es nuestro método de conocimiento.  Nos movemos, avanzamos en el misterio.

Pero, la realidad es  diferente. Estamos tan lejos de la naturaleza. Nos movemos sin mucha certeza en los laberintos de los estacionamientos, donde abandonamos nuestra música favorita, nuestro instrumento preferido, el carro, como la libertad, el viaje, la aventura.

En la arena del espectáculo, las reglas pertenecen al afuera, al efecto y no a otros propósitos del lenguaje, de la comunicación. La mediación discurre horas sobre el vestuario de los invitados a la entrega del Oscar  y los por menores de la vida  que en público despliegan las estrellas del celuloide.  Pero las películas, aún aquellas hechas de efectos especiales fundamentalmente, Terminator etc., tienen una historia, un punto de vista, unos planteamientos, un modo de representar el habla, lo real. Este aspecto de las películas que concursan en el Oscar, no son materia de valoración.  No se habla de sus contenidos sino apenas referencialmente, casi una ficha técnica. No se polemiza sobre si está bien o mal, sobre cómo y cuáles son las causas, ¿quiénes obramos así ante la muerte?.

EKSTASIS KAF 6
EKSTASIS KAF 6 (Photo credit: Wikipedia)



Hollywood ha superado estos detalles, y se concentra en el zumo, en la potencialidad de todas sus potencialidades, las claves del espectáculo, su técnica. Esos comentarios no forman parte de la entrega del Oscar, que poco se diferencia del concurso de Miss Venezuela.  El afuera lo ha invadido todo. Y los sentimientos y la intimidad son representados con intención diversa a comprendernos.  Lo humano ha sido desplazado por la cosa donde el consumidor debe realizar su deseo condicionado por las mediaciones.

La retórica de la mentira envuelve, adorna y disfraza, enmascara y trasviste, la acción del poder. Libertad, democracia, progreso, y la acción es invasión, violencia, guerra, tortura, cárceles globales y la pobreza cundiendo en la humanidad, como un espectáculo proscrito, en esta inmensa programación mediática que quiere forzar y fuerza constantemente nuestra existencia hacia definiciones, términos vejados por la mentira, palabras huecas, puestas tan cerca del patetismo, que exhuman falsedad.

Usted debe ser un eterno visitante de la ciudad donde vive.  Pasea en su auto full aire acondicionado con unos aparatos de sonido muy satisfactorios y el aroma impecable y acorde al fensui.  Mientras afuera sucede lo vivo, están los otros, siguen allí, pero nos quieren acostumbrar a prescindir del resto, a focalizar nuestra necesidad del otro en el monotema de la pareja.  Luego, cada apartamento, una isla. Propiedad privada de cada quien.

Voltear esta percepción de la realidad, este punto de vista,  supone irremediablemente un cambio cultural.




John Hay Residence
John Hay Residence (Photo credit: Cornell University Library)


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