lunes, 22 de octubre de 2012

CINCO POEMAS DE ANA ISTARÚ




Ana Istarú, seudónimo literario de Ana Soto Marín1 (San José3 de febrero de 1960) es una actriz y escritora costarricense, que cultiva la poesía y la dramaturgia.
Gracias a su padre Ana Istarú penetra en el mundo de las letras y su madre —la economista y política liberacionista Matilde Marín Chinchilla de Soto (San José, 29 de junio de 1931-29 de septiembre de 19862 ), dos veces diputada (1966 y 1982) a laAsamblea Legislativa de Costa Rica3 — le inculca la pasión por el teatro.

ANA ISTARÚ
A los quince años publica su primer poemario, Palabra nueva, y aunque con el segundo, Poemas para un día cualquiera, obtiene un premio de la Editorial Costa Rica, es con el cuarto que le llega la auténtica fama literaria: La estación de fiebre. El libro —aparecido en 1983, dos años después de haberse diplomado en Artes Dramáticas en laUniversidad de Costa Rica— obtuvo el premio organizado en 1982 por EDUCA y ha sido reeditado en España en 1991 (Visor) y 2011 (Torremozas). También fue publicado en Francia por La différence en edición bilingüe y con traducción de Gérard de Cortanze,4 5 que ha vertido al francés a Ernesto CardenalRoque DaltonJuan Gelman y Vicente Huidobro.6 Protagonista de este canto erótico —además de la autora, naturalmente— es el pintor y profesor francés César Maurel (París, 1952), radicado en Costa Rica desde 1981, con quien Istarú se casó a principios de esa década7 8 (él es también autor de un poemario: Zapping, Ediciones Perro Azul, 20059 ) y del que años más tarde se separaría.

EROTISMO VIVO
Los críticos destacan que su poesía está cargada de erotismo10 —lo que ha dado pie a la polémica entre los lectores—, al tiempo que tiene perspectiva de género, es decir, que es muy femenina. En ella Istarú expresa sin ningún temor los sentimientos más profundos de la mujer. “Transido de alta temperatura erótica sostenida de principio a fin, se expresa en un vocabulario personal y estricto logrando así, en tan difícil tema, un armonía de expresión emotiva con un gobierno infalible de la forma”, dijo el jurado del Premio Latinoamericano EDUCA a propósito del citado libro galardonado.11

Ábrete sexo

Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus geranios.
Desenfunda,
oh poza de penumbra, tu misterio.
No detengas su viaje al navegante.
No importa que su adiós
te hiera como cierzo,
como rayo de hielo que en la pelvis
aloja sus astillas.
Ábrete sexo,
hazte cascada,
olvida tu tristeza.
Deja partir al niño
que vive en tu entresueño.
Abre gallardamente
tus cálidas compuertas
a este copo de mieles,
a este animal que tiembla
como un jirón de viento,
a este fruto rugoso
que va a hundirse en la luz con arrebato,
a buscar como un ciervo con los ojos cerrados
los pezones del aire, los dos senos del día.

Testimonio

Yo,
la que yació
sobre su lomo arqueada en buena lid,
la que bebió entre ahogos
los cálices del semen, pues visto está,
yo soy las fauces de la luz;
la que tornó en sarmiento y crecimiento constante
ese licor profano venido de varón;
la que forjó en umbrosos yacimientos carnales
un cordero de sueño, un pájaro aturdido,
un extracto del ángel donde brillan mis genes;
la que ha mirado
abrirse en abanico su entrepierna,
la que arrancándose del vientre rayos,
peleando con el león de su dolor, girando
como un viaje de centauros por su cuerpo,
he dado a luz;
yo,
quiero testificar:
estoy aquí frente a este ser que tiembla,
el que emana una esencia de gardenias calientes.
Beso sus pies calizos. Reverencio
el desgarrón del oro en su pañal.
En su saliva toco la leche del vacío,
lo que mueve a mis pechos a abrir sus surtidores.
Estoy bajo el embate de la dicha,
doblada por el talle.
Soy otro ser que tiembla, transparente.
Yo,
la del pelambre de loba,
la del anca cobriza y garra restallante,
soy su rehén.
Nadie pretenda quebrantar mi cautiverio.

Yo, la hembra fiera

Yo, la marsupial,
la roedora,
la que no tiene tregua,
la que ha juntado ramas,
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,
la que gasta los cobres de su lengua
para fraguar el nido
y está midiendo el viento,
y acapara el lado oculto
de todas las colmenas,
la que atina a mirar los trajes de la luna
y quiere desovar,
la que fue fecundada
con un polen antiguo
y está que la revienta
la gloria de la estirpe,
n la que tan sólo espero un signo de los astros
para tirarme
con un rugido ronco a dar a luz,
yo, la hembra fiera,
la traidora,
la taimada,
la que a la muerte ha echado
a perder
su cacería.

Alumbramiento

vino de mí
salió del fondo
el médico aplaudía
yo vine con el mar en la barriga
como un intenso parasol
un mapamundi
yo era la esfera que rodó en la madrugada
de corazón latí como un caballo
lo digo así
es que la crin
me perfumó
el vientre se movía
como suelen moverse los rebaños
venía con mi molusco mi amapola
mi potranco
con mi gorrión redondo
yo no podré faltar jamás me dije
a nuestra cita
así que estoy aquí
con esta fiesta
brincando por el talle
hice mi baile de rosas
mi aleteo
mugí como los barcos
el vientre daba vueltas
me esperaba
oculta en el carmín
donde el médico buscaba con su ceño
yo empujaba
el ventarrón del orbe en mi testuz
soplaba como un faro
Como los dioses marinos de los cuentos
una granada real a punto de volar
recuerdo que por suerte
César me retuvo del cabello
estaba emocionado
sin saber si tintinear o si envidiarme
de entero dedicado a mis pulmones
expirando inspirando y expirando
me miraba de adentro de sus ojos
como sólo una vez me mirará
en toda la vida de su vida
y a mi vientre que cambia de paisaje
y así
vino de mí
salió del fondo
nos bendijo de un golpe con su grito
se puso a beber sol como una fiera
de lana o amaranto
yo estaba enamorada y me reía
de loca de centella de rodillas
quería besar el sexo el vellocino
de César que lloraba
tomar a mi criatura
correr a derrocharla por las calles
qué llovizna de leche que cabalga
toda la luz del mundo en el pezón

Despedida

Te irás del sótano
salino de mi carne.
Ya no estaremos nunca tan cerca como ahora.
Yo seguiré cantando mi gravedad marina,
domeñando el rugido de tierra de tu parto
hasta llenar la estancia tan alba del vacío
con tu ser deslumbrante.
Ese cordel de sangre del centro de tu talle
lo cortarán.
Jamás serás de nuevo mi cometa secreto,
el capullo de rafia,
el cosmonauta asido a mi matriz.
Cortarán ese lazo de savia sin regreso
y llevarás por tanto mi nombre sobre el vientre
como un botón rosado,
allí donde mi amor
no pudo más e imprime
su cóncavo dedal de despedida.
Ya no estaremos juntos como juntos estamos,
atados como liquen. Vas a nacer. Por siempre
soy tu animal materno.
Donde quiera que vaya la hoguera de tus pasos
tenderé una señal,
un eslabón de viento,
un trazo que nos ate más allá de la tierra,
un dibujo invisible que nada lo lacere.
Un rayo interminable donde mi amor transite
y viaje de mis senos a tu boca candente.
Un rayo que yo pueda ponerme entre los labios
cuando su azul letargo me tienda al fin la muerte.

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