viernes, 19 de octubre de 2012

CINCO POEMAS DE ANTONIO GALA


Antonio Gala es un reconocido escritor, periodista, dramaturgo, ensayista y poeta español.
Nacido en Ciudad Real aunque Cordobés por adopción, Antonio Gala se licenció muy joven en Derecho y Filosofía. Tras una estancia en la orden monástica de los Cartujos, de la que fue expulsado, se traslada a Portugal en 1958.
Desde allí participa en el Premio Adonáis de poesía, donde es premiado con un accésit porEnemigo íntimo (1959). Este es el punto de partida de su carrera literaria.
Tras una época en ItaliaGala pasa a trabajar como articulista en el diario El País, trabajo que continuaría más tarde para el periódico El Mundo.
En 1990 gana el Premio Planeta de novela con su primera obra, El manuscrito carmesí. A partir de entonces ha publicado varias novelas, de la que habría que destacar La Pasión Turca (1993) llevada al cine por Vicente Aranda.
En la narrativa, Gala se ha inclinado siempre por un enfoque histórico, a partir del cual da rienda suelta a sus propias obsesiones y la confrontación con el mundo actual.
Gala también ha logrado éxito con sus piezas teatrales, pese a cierta resistencia de lacrítica especializada, al igual que con su poesía y sus ensayos, es mayor el éxito popular que el académico.
Ha recibido premios tan importantes como el Nacional de Teatro Calderón de la Barca(1963) o el Premio de Andalucía de las letras (2005)
Mediterráneo Mi cinturón aprieta tu cintura, y tu sonrisa, mi corazón. Sobrevolamos las islas indecibles y a nuestro paso las nubes se disipan. ¿Cómo regresar al beso la armonía sin que la respiración se entrecorte? ¿Cómo planear la noche compartida después de tanta ausencia? Sólo el aire es aliado nuestro porque nuestro deseo es de aire puro. Cuando descendamos a la tierra las alas deberán seguir batiendo: el aire de las alas es nuestro sostén único y las alas del aire nuestro lecho. Desembocan los ríos en los mares azules como en tu pecho desemboca el mar. Abrázame en tus alas para que otro aire no me roce sino tu aliento, del que vivo y muero. Bajo el cielo impalpable hecho de luz y espera, abrázame, amor mío, con tus alas. Abrázame sobre la corrompida ciudad sagrada de los hombres. Por saber tuyo el vaso en que bebías… Por…

Mediterráneo

Mi cinturón aprieta tu cintura,
y tu sonrisa, mi corazón.
Sobrevolamos las islas indecibles
y a nuestro paso las nubes se disipan.
¿Cómo regresar al beso la armonía
sin que la respiración se entrecorte?
¿Cómo planear la noche compartida
después de tanta ausencia?
Sólo el aire es aliado nuestro
porque nuestro deseo es de aire puro.
Cuando descendamos a la tierra
las alas deberán seguir batiendo:
el aire de las alas
es nuestro sostén único
y las alas del aire nuestro lecho.
Desembocan los ríos en los mares azules
como en tu pecho desemboca el mar.
Abrázame en tus alas
para que otro aire no me roce
sino tu aliento, del que vivo y muero.
Bajo el cielo impalpable
hecho de luz y espera,
abrázame, amor mío, con tus alas.
Abrázame sobre la corrompida
ciudad sagrada de los hombres.

Por saber tuyo el vaso en que bebías…

Por saber tuyo el vaso en que bebías,
una tarde de junio lo rompiste.
Bebió la tierra el agua, limpia y triste,
y ahora tienes la sed que no tenías.
Quizá otra vez vendrán tus buenos días
y bebas sin mirar, como bebiste.
O quizá el vaso en el que te ofreciste
otras manos lo quiebren, no las mías.
Igual que el que de noche se despierta
y busca cerca el agua preparada,
te buscó a ti mi voz y no escuchaste.
Pon a tu corazón desde hoy alerta:
no nieguen a tu sed enamorada
el mismo sorbo aquel que derramaste.

Almuñécar

Durante un anochecer en esta playa te amé tanto
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.
No existía para el amor
futuro ni pretérito:
todo era eterno instante….
Y de repente, sobre tus hombros
observé, mientras te besaba,
que nos veían ojos codiciosos.
No supe si eran de los viejos fenicios
o quizá de la noche…
No tardó en quedar claro
dónde va el ruiseñor cuando mayo termina.
La muerte que los devoró a ellos,
sigilosa nos acechaba.
Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido.
Pero yo te amo todavía.

Alargaba la mano y te tocaba…

Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero
de la celda exterior.
La libertad
hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada,
ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
como una flor, la infancia , y aspirar
su esencia y devorarla. Hacer
comunes humo y piedra. Revocar
el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
uno en el otro. Trasponer los últimos
límites. Reunirnos…..
Alargaba la mano y te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda como el mundo.
Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles,
alianzas de cera.
Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.
Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.
¿Esto era amor? La soledad no sabe
qué responder: persiste, tiembla, anhela
destruirse. Impaciente
se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle….Cuánto olor,
cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
tú, los míos: ¿esto se llama amor?
Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos
tú y yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos,
la piel alzada como un muro, solos
tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa, nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
ésa la patria en que nos encontramos.
Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser….¿Amor es esto?
¿Acaso amor es esta no existencia
de tanto ser? ¿Es este desvivirse
por vivir? Ya desangrado
de mí, ya inmóvil en ti, ya
alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia….
Y alargaba la mano y te tocaba.

Hoy encuentro, temblando ya y vacía…

Hoy encuentro, temblando ya y vacía,
la casa que los dos desperdiciamos
y el vago sueño del que despertamos
sin habernos dormido todavía.
Acordarse del agua en la sequía
no hace brotar ni florecer los ramos.
¿Dónde estás, dónde estoy, y dónde estamos?
¿Qué fue del mundo cuando amanecía?
Hoy me pasa el amor de parte a parte.
Temo encontrarte y no reconocerte.
Temo extender la mano y no tocarte.
Temo girar los ojos y no verte.
Temo gritar tu nombre y no nombrarte…
Temo estar caminando por la muerte.

FUENTE:

No hay comentarios:

Publicar un comentario